TP2 LA CONFIGURACION URBANA DE LA HABANA
- Octavio alejo Paz
- 24 abr
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 11 jul
INTRODUCCION
¿Cómo transformó la condición insular de La Habana su trama urbana, consolidándola como un núcleo comercial y social singular en el Nuevo Mundo entre los siglos XVI y XVIII? Este trabajo analiza la configuración urbana de La Habana, Cuba, durante el barroco, destacando las dinámicas de comercio, puertos y clases sociales que la distinguieron de otras ciudades coloniales.
Examinamos cómo las jerarquías sociales modelaron la estructura urbana de La Habana, definiendo tanto los espacios domésticos como la distribución de la ciudad. Nicolini (2000) señala que “la ciudad hispanoamericana ensayó sus primeros pasos hacia la regularidad en el ámbito del Caribe” (p. 1085), subrayando el papel de la cuadrícula en su organización. La sociedad habanera, marcadamente estratificada, asignaba espacios según origen y estatus: los peninsulares ocupaban casas señoriales cerca de la Plaza de Armas, símbolo del poder colonial; los criollos residían en el primer anillo del damero en viviendas refinadas pero más modestas, aspirando a un ascenso social; mientras que mestizos, mulatos libres y artesanos habitaban zonas periféricas con talleres y viviendas funcionales, y los esclavos, relegados a espacios precarios, carecían de presencia en el entramado urbano.
El comercio, pilar esencial de la ciudad, estructuró su crecimiento a través de las plazas y sus entornos, consolidándolas como centros de intercambio económico y social. Romero (2009) describe la ciudad barroca como “un escenario de autoridad” donde “plazas y monumentos” reflejaban el orden colonial (p. 165). La Plaza de Armas, núcleo fundacional, junto con la Plaza Vieja y San Francisco, funcionaba como mercado y punto de conexión entre productos locales, bienes importados y redes transatlánticas. Calles como Obispo y Mercaderes, con tiendas, talleres y cafés, integraban lo público y lo privado, extendiendo la actividad económica hacia los barrios.
El puerto de La Habana, conocido como Puerto de Carenas, fue el motor de su desarrollo y su identidad como “Puerta al Mundo”. Su ubicación estratégica en las rutas atlánticas facilitó el comercio de metales preciosos, productos agrícolas y esclavos, mientras fortificaciones como el Castillo de los Tres Reyes del Morro y la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña protegían su bahía. Este dinamismo portuario no solo impulsó la economía, sino que configuró la trama urbana, con la Plaza de Armas y los muelles de San Francisco como epicentros de actividad.
A través del análisis de las clases sociales, el comercio y el puerto, este estudio explora cómo la organización espacial de La Habana reflejó jerarquías, el intercambio económico animó sus plazas y la bahía definió su morfología, consolidándola como un nodo clave del sistema colonial español.
MANUAL DE LECTURA

El mosaico se lee, horizontalmente de arriba hacia abajo en 3 temas: clases sociales; comercios y puertos. De manera vertical de izquierda a derecha se lee desde lo general a lo particular.



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