DESARROLLO Y TRANSFORMACIÓN
URBANA DE LA CIUDAD
Trama Urbana de la Ciudad de Buenos Aires desde 1895 a 1909
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Fotomontaje que conceptualiza la transformación de la ciudad de Buenos Aires de 1895 a 1909.
INDICE
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ABSTRAC.
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El desafío de la Metrópolis
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Capitulo I: La importancion de Modelos, Ejes y Diagonales como Respuesta Académica a la Modernidad
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1.1 Influencia del Movimiento Moderno en la Planificación de 1909
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1.2 Modelos de Planificación Adoptados y su Razón
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1.3 Influencia de las Bellas Artes y la Intervención Urbanistica
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1.4 Aplicación y Adaptación de Ejes y Diagonales
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Capitulo II: El Legado Crítico de la proyección del Mapa a la Consolidación de la Ciudad.
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2.1 El costo social y funcional de racionalización.
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2.2 La ciudad como escena.
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La Tensión entre el Urbanismo Ideal y la Realidad Urbana de Buenos Aires
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ABSTRACT
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A comienzos del siglo XX, Buenos Aires vivió un fuerte crecimiento poblacional y territorial. La llegada de inmigrantes, el desarrollo del puerto y el modelo agroexportador impulsaron una ciudad que se expandía más allá de su casco histórico. En este trabajo se analiza el plano topográfico de 1909, que muestra cómo la ciudad fue cambiando su forma y su organización.
La expansión de Buenos Aires hacia 1909 no fue solo un proceso cuantitativo (más población y territorio), sino también cualitativo: cambió la forma de la ciudad y el modo en que se concebía el urbanismo. En este sentido, Kenneth Frampton señala que “la ciudad finita [...] quedó totalmente transformada [...] por la interacción de diversas fuerzas técnicas y socioeconómicas sin precedentes” (Frampton, Historia crítica de la arquitectura moderna, p. 20). La llegada masiva de inmigrantes europeos, junto con el desarrollo del ferrocarril y la industria, generó una nueva organización social y espacial. Estos cambios dieron lugar a políticas de planificación inspiradas en el modelo haussmanniano y en las ideas del urbanismo académico de fines del siglo XIX, que buscaban dotar a la ciudad de un orden racional, higiénico y monumental.
El estudio se centra en la aparición de nuevos barrios, la apertura de avenidas y diagonales, y la creación de espacios públicos que buscaban mejorar la vida urbana. También se observa cómo este crecimiento no fue del todo planificado, y cómo los sectores populares comenzaron a ocupar zonas periféricas.
El proceso refleja un urbanismo académico o beaux-arts, basado en la monumentalidad, la simetría y la idea de progreso. Sin embargo, junto a este modelo planificado convivía un crecimiento espontáneo y desigual en los márgenes, donde se asentaban las clases trabajadoras. Es así como Buenos Aires combinó elementos de la ciudad moderna con rasgos de urbanización informal, marcando una dualidad característica de su desarrollo metropolitano.
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INTRODUCCION​
El Desafío Metropolitano
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Inicialmente, la Buenos Aires anterior al mapa de 1909 se presentaba como una ciudad en rápida y desordenada transformación. La planificación urbana se apoyaba en documentos como el Plano Topográfico de Buenos Aires de 1896, elaborado por la Oficina de Obras Públicas, que constituía un registro detallado y técnico del estado físico de la ciudad (calles, manzanas, parcelas, servicios) y sentó las bases cartográficas para futuras intervenciones. Tal como observa Leonardo Benevolo, “en este momento —y particularmente en los dos decenios entre 1830 y 1850— nace la urbanística moderna. La convivencia de los hombres en la ciudad industrial plantea nuevos problemas de organización” (Benévolo, 1963, p. 84).
Además, previo a 1909, la ciudad enfrentaba graves problemáticas derivadas de su crecimiento expansivo, impulsado principalmente por la gran inmigración europea y la consolidación económica de Argentina como potencia agroexportadora. El alojamiento de este crecimiento “volátil” condujo “a la transformación de antiguos barrios en míseras barriadas”, con “baratas viviendas de alquiler cuyo objetivo principal… era el de facilitar al precio más bajo posible un máximo de cobijo rudimentario” (Benévolo, 1963, p. 21). La población creció tanto que la gente vivía acumulada en conventillos y, debido a ese rápido aumento, se desbordaron las infraestructuras existentes generando deficiencias sanitarias como la falta de cloacas y agua potable (Esto favoreció epidemias como el cólera y la fiebre amarilla), mientras la rígida trama urbana colonial, incapaz de soportar el creciente volumen de vehículos y tranvías, dificultaba la conexión entre el puerto, los nuevos barrios y el centro, obstaculizando la funcionalidad económica. A ello se sumaba la escasez de espacios públicos y espacios verdes en barrios densos, evidenciando una planificación urbana insuficiente para satisfacer necesidades como aire, luz y recreación. Este escenario marcó el “antes” de una ciudad al límite de su modelo colonial, donde las problemáticas demográficas, sanitarias y viales impulsaban la necesidad de un nuevo orden urbano.
Por consiguiente, el Plano Topográfico de 1909 representa el “después”, un punto de inflexión que registró y proyectó la racionalización del trazado, la apertura de grandes ejes y diagonales, la expansión de infraestructuras básicas y la creación de un sistema de parques, todo bajo la influencia del urbanismo académico Beaux-Arts, modelos haussmannianos de París y el City Beautiful de Chicago. Este trabajo examina cómo se importaron, adaptaron y aplicaron tales modelos para responder a la crisis urbana, cómo se integraron simetría, monumentalidad y funcionalidad sobre el damero preexistente, y cuál fue el legado de esta planificación en la consolidación de Buenos Aires como metrópolis moderna, explorando de qué manera los ejes, diagonales y parques resolvieron funcionalidad y estética a la vez, y cómo se logró una síntesis entre monumentalidad académica y eficiencia práctica sin demoliciones masivas.
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Finalmente, en apenas catorce años, Buenos Aires pasó de la congestión colonial a una visión de metrópolis racionalizada que aún hoy define su identidad urbana, dejando abierta la reflexión sobre qué otros desafíos metropolitanos surgirán cuando una ciudad, una vez ordenada, siga creciendo más allá de sus propios planes.
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CAPITULO I
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La Importación de Modelos, Ejes y Diagonales como Respuesta Académica a la Modernidad
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1.1 Influencia del Movimiento Moderno en la Planificación de 1909
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Sabiendo que el movimiento moderno arquitectónico y urbanista se desarrollaría plenamente décadas después, la ciudad de 1909 ya manifestaba claras influencias de las corrientes que se centrarían en la racionalidad, el higiene y la funcionalidad.
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La planificación urbana busco por un lado, la racionalización del trazado ofreciendo propuestas para la apertura de grandes diagonales (como la Av. de Mayo, o las proyectadas diagonales norte y sur) para mejorar la circulación y romper la monotonía y congestión del damero tradicional. Por otra parte, era importante el tema del saneamiento, se enfatizó la expansión de las redes de infraestructura básica (agua, cloacas) como pilar de la salud pública. Para finalmente, la búsqueda de regulación de edificaciones en donde se comenzó a establecer normas más estrictas sobre alturas, retiros y ventilación para garantizar mejores condiciones de vida, sentando las bases de una futura zonificación.
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Adicionalmente, el impulso para el desarrollo y la necesidad de una nueva planificación también estaba profundamente ligado a un contexto nacional en donde se puede mencionar El Centenario de la Revolución de mayo (1910) fecha que actuó como un catalizador simbólico y práctico. Existía una voluntad política de presentar Buenos Aires como una metrópolis moderna y europea ante el mundo, exigiendo embellecimiento, monumentalidad y orden. El crecimiento económico también fue otro factor impulsor ya que la riqueza generada por el campo permitió la inversión masiva en obras públicas, infraestructura portuaria (Puerto Madero) y edilicia, sosteniendo económicamente los planes de expansión. Del mismo modo, la presión demográfica incesante forzó la expansión hacia nuevas áreas y la densificación del centro, haciendo insostenible el modelo de gestión urbana anterior, para lo que se tuvieron que adoptar tecnología modernas en donde la llegada de nuevos medios de transporte (tranvías eléctricos, ferrocarriles) demandó una reestructuración vial que optimizara la movilidad urbana. "La aparición del ferrocarril subterráneo (1863), el tranvía eléctrico (1884), y los trenes de cercanías (1890) posibilitó el surgimiento del "suburbio jardín" como "unidad 'natural' para la futura expansión urbana" (Benévolo, 1963, pág.. 25)
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​1.2 Modelos de Planificación Adoptados y su Razón
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A principios del siglo XX, Buenos Aires enfrentaba problemas mencionados en el capítulo anterior, la falta de higiene y un diseño urbano que no soportaba su rápido crecimiento; lo que llevó a buscar soluciones inspiradas en modelos de planificación extranjeros. Estos modelos, tomados de ciudades como París y Chicago, buscaban mejorar la movilidad, la salubridad y el aspecto de la ciudad, dándole un aire moderno y monumental que reflejara su importancia como capital de un país próspero.
La solución radical de Haussmann fue el percement (demolición en línea recta para crear calles nuevas), con el propósito de "conferir unidad y transformar en un todo operativo el 'enorme mercado de consumo, el inmenso taller' del aglomerado parisiense". (Benévolo, 1963, pag24)
Las reformas se basaron en dos grandes ideas: mejorar la funcionalidad y embellecer la ciudad. Por un lado, el modelo de Haussmann en París inspiró la apertura de grandes avenidas en Buenos Aires, como la Avenida de Mayo, para facilitar el tránsito, instalar cloacas y permitir que el aire circulara en una ciudad donde el hacinamiento causaba enfermedades. Por otro, la élite argentina, admiradora de Europa, quería que Buenos Aires tuviera edificios y monumentos grandiosos que mostraran la riqueza del país, impulsada por las exportaciones del campo. Además, el Plan de Chicago de 1909 ofrecía una visión más práctica, enfocada en mejorar el transporte con ferrocarriles y puertos, y en crear un sistema de parques conectados, ideas clave para una ciudad comercial como Buenos Aires, que necesitaba moverse rápido y crecer de manera ordenada.
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1.3 Influencia de las Bellas Artes y la Intervención Urbanística
Buenos Aires estuvo muy marcado por la Academia de Bellas Artes y la influencia de la escuela arquitectonica francesa, especialmente del pensamiento Beaux-Arts; estos fueron los responsables de traer los modelos europeos a esta ciudad. El enfoque que tenia la escuela de Beaux-Arts era de entender el urbanismo como una disciplina que mezclaba la ingenieras, la arquitectura y las artes visuales, y su objetivo era crear una ciudad armoniosa, monumental y ordenada. Con este sistema, la planificacion urbana dejaba de ser un problema solo tecnico sino que pasaba a ser un acto cultural y estetico. Ahora se queria componer una ciudad como una gran obra de arte.​
La belleza urbana se consideraba que debia surgir del orden geeometrico, de la simetria y de la proporcion, eran cualidades que reflejan una armonia visual y un orden moral y social. Esto se quizo lograr atravez de sus avenidas, plazas y edificios publicos. El espacio publico paso a ser una herramiento politica y pedagogica, en el cual cada elemento urbano debia contruir una imagen de autoridad y cultura.​
En Buenos Aires, se plasmo la busqueda de una composicion escenografica del espacio. Los ejes visuales eran planeados de manera que remataran en lugares monumentales (plazas, edificios institucionales, obelisco...) Esto mismo, se tomo de Paris, como por ejemplo , el Arco del Triunfo o la Opera de Garnier, que fueron tomados como centros simbolicos de poder. Es entonces que Buenos Aires a comienzos del siglo XX busco replicar esa misma estructura visual , por ejemplo el eje congreso-casa rosada.​
Pero mas allá de la imitación formal, las Bellas Artes trajeron un modo de pensar la cuidad como representación del Estado moderno. La monumentalidad no era solo una cuestión de escala sino de mensaje. Un edificio publico debía reflejar la solidez institucional y la jerarquía del poder político. Por ultimo, la influencia Beaux-arts se manifestó en el control visual y material de las fachadas. Se busco imponer una homogeneidad en la altura y en los materiales de construcción para evitar el caos visual , el cual caracterizaba a la ciudad. La regularidad de las cornisas, la alineación de los balcones y la continuidad de los frentes conformaron una estética de orden. En palabras de Luciano Patetta, este modelo urbano aspiraba a “conciliar la función técnica con la expresión artística, subordinando el conjunto a una idea unitaria de belleza y progreso”.
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De esta manera, la influencia de las Bellas Artes en Buenos Aires fue muhcas mas que formal. Implico una nueva forma de pensar la ciudad como discurso. Atraves de la monumentalidad, la composicion y la regulacion estetica, se buscaba legitimar un proyecto político y cultural que asociaba el orden urbano con el orden social. La ciudad moderna se convertía así en un espejo del poder y en una escenografía donde el progreso debía ser no sólo vivido, sino también visto.
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1.4 Aplicación y Adaptación de Ejes y Diagonales
Tal como señaló Walter Benjamín, “el ideal urbanístico de Haussmann eran los escorzos perspectivos por medio de largas fugas de avenidas [...] Las instituciones de dominio mundano y espiritual de la burguesía debían encontrar su apoteosis en el marco de las grandes arterias urbanas” (Benjamín, en Patetta, Historia de la Arquitectura. Antología Crítica, p. 383). Buenos Aires adaptó los modelos en lugar de copiarlos fielmente. Tomó el trazado de Haussmann abriendo avenidas para facilitar el trafico y el espíritu monumental y funcional del City Beautifull para su estética y equipamiento, superponiendo la modernidad funcional y la monumentalidad académica sobre la base rígida y preexistente de su damero colonial. Esto garantizó una solución de compromiso, la ciudad ganaba eficiencia y glamour europeo sin necesidad de una demolición tan radical como la que sufrió París; llevándose a cabo de la siguiente manera:
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A. Apertura de Grandes Avenidas: El ejemplo principal, aunque anterior a 1909, fue la avenida de Mayo, inagurada en 1894. Esta obra marco un antes y un despues en la historia urbana de Buenos Aires, ya que conecto el centro politico (la casa rosada) con el centro legislativo (congreso nacional) mediante un eje monumental que respondia a las pautas de Haussman. Su trazado genero muchos cambios, como demoliciones masivas en el corazón de la ciudad colonial y la creación de una arteria de 30metros de ancho, flanqueada por edificios uniformes en altura y estilo, con una inspiración parisina.
Esta avenida mejoro la circulación, el saneamiento y se convirtió en un escenario simbólico del político y cívico. En ella se encontraron cafés, hoteles y sedes institucionales, lo que funciono como una vitrina del progreso nacional. Las regulaciones edilicias exigian alturas homogeneas y frente alineados. Todo esto consolido una imagen coherente y monumental que contrastaba con el caos morfológico del resto de la ciudad. Se podría decir que con esta obra se inauguró, en Buenos Aires, la modernidad visual, anticipando los criterios del futuro plano de 1909.​​​​​
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B. Las Diagonales:​ La planificación de 1909 proyectó y posteriormente concretó la apertura de las Diagonales Norte y Sur, hoy conocidas como Presidente Roque Sáenz Peña y Julio A. Roca. Estas avenidas, trazadas sobre el damero colonial, tuvieron una función tanto práctica como simbólica. Desde lo funcional, rompían la rigidez del trazado ortogonal, ofreciendo nuevas vías de circulación rápida hacia los puntos clave del centro y facilitando el acceso desde el sur de la ciudad hacia el área de Plaza de Mayo. Desde lo simbólico, introducían la idea de modernidad y dinamismo en una ciudad que buscaba parecerse a las capitales europeas.
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El trazado diagonal permitía crear nuevas perspectivas urbanas y nodos visuales donde se levantaron edificios emblemáticos como el Edificio Bencich, el La Inmobiliaria o el Diagonal Norte Office, que conformaron un conjunto homogéneo de estilo academicista y art déco. Además, los cruces entre las diagonales y las avenidas tradicionales generaron plazas triangulares y puntos focales, donde se emplazaron monumentos o equipamientos cívicos.
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Estas diagonales respondían también a la necesidad de conectar eficientemente los polos administrativos, comerciales y residenciales del centro, integrando así el tráfico vehicular, el tranvía eléctrico y los flujos peatonales. En su conjunto, las diagonales simbolizaron la ruptura con el orden colonial y la adopción de un nuevo paradigma urbano: el de la circulación moderna, el control visual y la monumentalidad planificada.
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C. El Sistema de Parques (Influencia Chicago):​ Si bien la planificación vial se inclinó hacia París, la necesidad de espacios verdes y recreativos resonó con el espíritu del City Beautiful de Chicago, una corriente que defendía la belleza urbana como componente esencial de la salud y la moral ciudadana. En Buenos Aires, esta influencia se materializó en el sistema de parques y paseos diseñado por el paisajista francés Carlos Thays, quien buscó integrar naturaleza, arte y urbanismo en un mismo lenguaje paisajístico.
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El modelo adoptado combinó tres tipos de parques, cada uno con una función específica dentro del entramado urbano:
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Parques metropolitanos o de gran escala: destinados al esparcimiento de toda la población, como el Parque 3 de Febrero en Palermo. Este gran pulmón verde funcionaba como contrapunto natural al centro densamente edificado y permitía actividades recreativas, deportivas y sociales.
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Parques barriales o intermedios: Espacios de tamaño medio, distribuidos en distintos barrios, que servían como lugares de encuentro y descanso cotidiano. Ejemplos de este tipo fueron el Parque Centenario (creado en 1908) o el Parque Lezama, que articulaban vida social y paisaje urbano.
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Plazas locales o de proximidad: Pequeñas áreas verdes dentro del tejido residencial, vinculadas a la escala peatonal. Cumplían una función de equilibrio ambiental y visual, introduciendo vegetación, bancos y fuentes en la trama compacta.
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Thays planteó una red de parques y paseos que debía unir los diferentes sectores de la ciudad, generando un sistema continuo de espacios públicos. Su trabajo no sólo aportó belleza y oxígeno a la ciudad, sino que también representó un paso hacia un urbanismo higienista, donde la salud y el bienestar colectivo se integraban en la planificación. Esta concepción se alineaba con la idea norteamericana de que la ciudad moderna debía ser a la vez eficiente y habitable, donde la naturaleza actuara como correctivo moral y físico frente al exceso de industrialización.
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En definitiva, Buenos Aires tomó de París el ideal de monumentalidad y de Chicago la noción de eficiencia funcional. Sin embargo, como advierte Peter Hall, “el urbanismo del siglo XIX no sólo buscó controlar el espacio, sino también disciplinar a la sociedad a través del orden visual y funcional de la ciudad” (Hall, 1996, cap. 1)
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CAPITULO II
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El Legado Crítico: De la Proyección del Mapa a la Consolidación de la Ciudad
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2.1. El Costo Social y Funcional de la Racionalización
La principal manifestación de la influencia del modelo de Georges-Eugène Haussmann en París fue la apertura de grandes ejes y diagonales en el área central. Esta intervención urbana fue el medio para imponer la racionalidad circulatoria y la monumentalidad escenográfica sobre el antiguo damero colonial.
Las demoliciones necesarias para trazar las nuevas avenidas (como las Diagonales o el ensanche de arterias) generaron un fenómeno de desplazamiento de la población más vulnerable del centro hacia la periferia. Este fenómeno no fue exclusivo de Buenos Aires. Tal como explica Giuseppe Samonà, “las expropiaciones y demoliciones urbanas implicaron la expulsión de los sectores populares, sustituidos por una arquitectura monumental destinada a la burguesía y a las sedes institucionales” (1893, p. 384). Los conventillos y las viviendas precarias, que ocupaban los solares expropiados, fueron reemplazados por una arquitectura monumental destinada a la burguesía y a las sedes institucionales.
No obstante, la priorización del eje visual y el remate monumental heredado de la academia de Bellas Artes, resultó en una jerarquización desequilibrada del espacio. El alto costo de las expropiaciones y las construcciones se concentró en áreas que servían a la representación simbólica (el eje Congreso-Casa Rosada).
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2.2 La Ciudad como Escena
El objetivo de mostrar a Buenos Aires como la "París de Sudamérica" se cumplió parcialmente en su núcleo simbólico en donde los edificios públicos y la arquitectura que acompañaban las nuevas avenidas replicaron con éxito el lenguaje academicista europeo, logrando la deseada homogeneidad estilística y la magnificencia. Este éxito, no obstante, la planificación de la época adoleció de una falta de integralidad urbana. La implementación se centró en el embellecimiento y la circulación rápida (que se asemejaba a las prioridades del City Beautiful de Daniel Burnham en Chicago). Se construyeron avenidas espectaculares, pero la gestión de los servicios básicos (redes cloacales, electricidad y transporte público) en los barrios periféricos no avanzó al mismo ritmo, creando una ciudad fragmentada entre el centro pulcro y las periferias de crecimiento espontáneo.
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En este punto, resulta oportuno recordar las palabras de Lewis Mumford, quien advertía que “las metrópolis más ricas y ‘progresistas’ se privaban a menudo de requisitos elementales de la vida, como la luz y el aire” (Mumford, 1961, cap. XV, p. 320).
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CONCLUSION
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La Tensión entre el Urbanismo Ideal y la Realidad Urbana de Buenos Aires
El análisis del Plano Topográfico de 1909 revela el proceso de desarrollo urbano de Buenos Aires entre 1895 y 1909, impulsado por el crecimiento demográfico derivado de la inmigración europea, el modelo agroexportador y la expansión del puerto. La ciudad enfrentó la crisis del trazado colonial, con deficiencias sanitarias, congestión vial y escasez de espacios públicos, lo que motivó intervenciones inspiradas en el urbanismo académico. Se adoptaron modelos haussmannianos de París para la apertura de avenidas y diagonales (como Avenida de Mayo, Diagonal Norte y Diagonal Sur), que mejoraron la circulación y la monumentalidad, y elementos del Plan de Chicago de 1909, incorporados en el sistema de parques diseñado por Carlos Thays. La influencia de la escuela Beaux-Arts integró simetría, fachadas continuas y ejes visuales, superponiendo racionalidad funcional y estética sobre el damero preexistente, mientras se expandían infraestructuras como cloacas, agua potable y transporte moderno (tranvías eléctricos y ferrocarriles).
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El hallazgo principal de esta investigación radica en la adaptación selectiva y pragmática de modelos extranjeros al contexto local, sin demoliciones radicales como en París, logrando una síntesis entre monumentalidad europea y eficiencia práctica. Esta estrategia permitió romper la rigidez del damero colonial mediante diagonales que optimizaron flujos viales y crearon nodos simbólicos, al tiempo que el sistema de parques introdujo un enfoque higienista y recreativo, equilibrando densidad urbana con espacios verdes conectados. Así, el plano de 1909 no solo registró el estado de la ciudad, sino que proyectó una visión integral de modernización, consolidando Buenos Aires como metrópolis ordenada y proyectada hacia el Centenario de 1910.
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Esta transformación urbana establece un legado de planificación que combina orden geométrico con funcionalidad, sentando bases para expansiones futuras y destacando la capacidad de integración de influencias globales en un tejido local. El enfoque en ejes, diagonales y parques no solo resolvió necesidades inmediatas de higiene y movilidad, sino que enriqueció el espacio público como elemento pedagógico y estético. De manera reflexiva, cuando surgen problemas que impulsan soluciones a nivel macro, los planes de acción buscan aportar respuestas óptimas a los desafíos generales de una ciudad; sin embargo, las urbes son entidades en constante crecimiento, con contextos únicos y cambiantes, lo que hace que prever soluciones 100% eficientes represente un reto inherente. En este sentido, el objetivo radica en generar mejoras sustanciales, aun sabiendo que de ellas emergerán nuevos problemas y desafíos, configurando un ciclo infinito de mejora y crecimiento ligado a la evolución humana, el paso del tiempo y la aceptación de que ninguna solución será perfecta ni eterna. Así, la ciudad requiere una conciencia colectiva maleable, adaptable a nuevas formas de vivir, patrones de uso, funciones urbanas y descubrimientos tecnológicos que transforman hábitos cotidianos. Futuras investigaciones podrían explorar cómo estos principios se extendieron a periferias emergentes, ampliando el entendimiento de la evolución metropolitana de Buenos Aires en el siglo XX.
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​BIBLIOGRAFIA​​
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Benevolo, L. (1960). Historia de la arquitectura moderna: Vol. I. Territorial.
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Frampton, K. (1985). Historia crítica de la arquitectura 2.
-
Gravagnuolo, B. (1998). Historia del urbanismo en Europa 1750-1960.
-
Patteta, L. (1985). Territorial.
-
Mumford, L. (1979). La ciudad en la historia: Sus orígenes, transformaciones y perspectivas.
-
Samonà, G. (1981). La unidad arquitectura-urbanismo: Escritos y proyectos, 1929-1973 (F. Tentori, Ed. y Trad.).
-
Hall, P. (1996). Ciudades del mañana: Historia del urbanismo en el siglo XX (C. Freixa, Trad.). Ediciones del Serbal. (Obra original publicada en 1988)


Modernización del transporte urbano — Buenos Aires.
Infraestructura moderna – Buenos Aires, 1909.


Diagonal Av de Mayo - Buenos Aires
Esquina Av. de Mayo y Peru
Michigan Avenue - Chicago.

Diagonales - Buenos Aires 1909
Diagonales - Paris 1909
Diagonales - Chicago 1909
Plano topográfico - Buenos Aires 1895. Se marca la trama preexistente de a ciudad.

Parque 3 de Febrero
Interior Parque 3 de Febrero.
Jardin de Luxemburgo
Interior - Jardin de Luxemburgo
Washington Squiare Park
Interior - Washington Squiare Park